sábado, 8 de marzo de 2008

De revoluciones, pingüinos y otros cadáveres educacionales

Ahora que se inicia el año escolar, con estupendas noticias para la educación, como siempre (platas perdidas, para variar, ministra en el banquillo, buitres políticos girando sobre el apetitoso cadáver del sistema educativo para sacarle lustre a sus ganas de subir al poder, etc., etc), uno recuerda con pasmosa nostalgia aquel sentimiento de admiración y de utopía recuperada que nos hizo sentir el llamado Movimiento Pingüino hace... ¿unos dos años? ¿O fue menos? Es difícil recordarlo. A mí me pasa: parece que hubiera ocurrido nebulosamente lejos, que ya ni rastro queda de eso. Alguien podría decir que esa erupción social duró menos que las erupciones del Llaima, y si cambió algo, fue hacer del tema educación un arma política potente.

Lo único que dejó son algunas crónicas y unas cuantas fotos a todo color, como estas de aquí que muestran a nuestros muchachos en la Plaza de Armas de esta ciudadela lienzo en mano, con el infaltable quiltro atravesándose en la foto histórica. ¿Histórica dije...? Bueno, "para la historia" en todo caso. Porque cuando se trata de educación brillamos con fuegos propios: la deuda histórica jamás pagada por esta administración y su alcalde, una ministra de educación oriunda de nuestra tierra puesta en entredicho y una generación estudiantil que parece más preocupada de ver cómo le hace para cumplir con el reglamento interno del colegio sin tener que sacrificar demasiado las chascas poquemonas, o dónde ponerse el pirsing para pasar piola por inspectoría (sugiero que se lo pongan en el culo, que es lo más cercano al cerebro que muchos tienen).

¿Revolución Pingüina? Esa va a llegar un día, de eso estoy seguro. ¿Saben cuándo? Cuando el planeta colapse y estemos como chupete de fierro, porque los pelotudos de la Barrick y sus congéneres terminaron de hacer cubitos de hielo los glaciares.

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