miércoles, 16 de septiembre de 2009

AL RESCATE DE LOS SOFISTAS...

¡He vuelto! Y no para comentar la actual administración (que quedará aún pendiente mientras preparo la artillería), sino para hacer un excurso de una de mis últimas lecturas. Nada menos que El efecto sofístico de Barbara Cassin. Sí, bueno, no espero que con lo asiduo lectores que son en esta ciudad decimonónica sepan de qué y de quién hablo, ni de qué tipo de libro se trata. De hecho, hasta dudo que los que leen algo tengan mediana idea. Al menos el título debería sugerirles algo, pero ni me hago ilusiones, para que les digo una cosa por otra.
Se trata de un libro de filosofía, donde la autora, una francesa filósofa (es raro, lo de filósofa, cuando en esta cultura lo que más ha abundado han sido los filósofos, las mujeres ni suenan ni truenan en la historia de la filosofía, viva la tolerancia), hace una análisis genial sobre los sofistas, estos famosos maestros de sabiduría de la época greco-romana, porque analiza las dos sofístacas, la primera, la griega, y la segunda, la latina, y se apoya especialmente en esta última para sentar las bases de su tesis: que la sofística es un movimiento que se centra en el Logos, no en el ente, como la filosofía, y que logra cuestionar a la filosofía misma y poner al descubierto en esta misma su pretensión de saber (la inversión total, porque de esto acusaba la filosofía a la sofística precisamente), cuando lo que hace es simplemente usar la palabra y quedarse en ella, nunca llegar al ente, como pretende.
Barbara Cassin rescata a los sofistas y la sofística, y los reivindica del mal trato que le dio la filosofía, extendiendo su influencia hasta autores como Foucault y otros. Es un libro absolutamente imperdible para quienes gusten de la filosofía, y necesario para los que toman la filosofía como el principio de reflexión sobre la realidad.
Sí, bueno, para muchos de ustedes esto es hablar en chino. Bueno, me gusta la filosofía, qué tanto. No sé, por último lean a la Conny Méndez, digo, por algo se empieza, o entren a un cursillo de la Nueva Acrópolis, pero evolucionen luego, eso sí.

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