lunes, 27 de octubre de 2008

NO HAY MAL QUE DURE CIEN AÑOS, NI POBRE VERDEJO QUE LO AGUANTE...


De todos los habitantes de Vallenar, pocos o casi ninguno recordaba como había llegado al poder. Uno, porque hacía ya tanto tiempo de aquello que varios habían abandonado esta vida, nuevas generaciones, casi amnésicas por completo, los habían reemplazado, y los que quedaban de aquel tiempo se les había embotado el cerebro con tanto celular nuevo que salía y tanta comida chatarra, y por supuesto, ese afán cotidiano por conservar o conseguir un puesto a como dé lugar en la era de la globalización...
Pero de pronto algo pasó. Alguien, no se sabe muy bien quién, recordó que esa misma cara la había visto ya demasiadas veces en demasiadas ocasiones, y que siempre decía lo mismo. Y no es que ese alguien estuviera atento a nada en realidad, tan embotado estaba su cerebro, pero sí le atraían lo suficiente las cosas superfluas y graciosas como para notar que el mismo bigote se movía siempre de la misma manera ritualesca cuando iba a un acto (no por el acto en sí sino por el espectáculo y eso), o cuando veía el canal local, en el que no hubiera distinguido un bigote de otro (tan mala era la señal), sin embargo, el movimiento siempre era el mismo, una especie de animalillo moviéndose con extraños espasmos y retorcijones que iban acompañados del mismo sonsonete sonoro que, lejanamente, este alguien asociaba a una voz, monóntona, fofa, siempre repitiendo las mismas sentencias o muy parecidas, donde palabras muy similares se iban hilando una tras otra: paseo ribereño, ciudad educadora, municipalidad de Vallenar, y sobre todo: yo, yo, yo, yo... Hacia el infinito.
Debió ser aburrimiento (atribuírselo a un exhaustivo análisis político y a una conciencia cívica habría sido demasiado ingenuo (aunque nunca se sabe, se han visto resucitar muertos, dicen)). El caso es que ese alguien comentó un día cualquiera: ¿cuánto tiempo lleva ese bigote ahí? Y nadie supo responder exactamente cuánto, pero todos pensaron: mucho tiempo, demasiado. Y como curiosamente en ese mismo tiempo hubo llamado a votar (palabra que nadie entendía muy bien porque siempre la asociaba con "botar"), entonces muchos decidieron (ya se había corrido la voz) que ya era suficiente y que había que "botar" a ese aburrido y estúpido bigote, sólo por variar un poco.
Otros dicen que fueron las nuevas generaciones, que con curiosidad se preguntaron de pronto cómo sería la vida sin ese bigote siempre ahí, al frente de uno por donde uno pasara. Pero se sabe que las nuevas generaciones de poco y nada se enteran (no es del todo su culpa, nadie les ha dicho que es necesario enterarse de algo para poder vivir como gente), así que es muy improbable esta última tesis, aunque no imposible del todo.
Así fue como una tarde la gente de esta decimonónica ciudad, alegres unos (no con alegría cívica), tristes, enrabiado otros (tampoco con tristeza ni rabia cívica) y muchos bastantes sorprendidos (con sorpresa menos cívica aún), se enteraron que habían "botado" al viejo bigote y ahora aparecía un rostro completamente lampiño hablando en su lugar... ¿Quién será?, se preguntaron... Pronto lo vamos a averiguar, se respondieron. Pero, acto seguido, su embotado cerebro volvió al trajín de cada día y seguro ya se habrán olvidado (o han comenzado ya) de lo que tendrían que averiguar, si supieran cómo.

2 comentarios:

Felipe López Huerta dijo...

Primero Felicitar al autor o la autora de este blog, aquí comenta otro "vallenarino empelotado", interesantes puntos de vista se muestran en el blog´.
Y tuvo que llegar el día en que viera la caída del Alcalde, quizás suene raro pero ya me parecía familiar el bigote, ya me parece familiar todo lo que sucede en Vallenar, lo que tiene una mezcla de añoranza e ironía, esperemos que el próximoAlcalde mejore las cosas, aunque sinceramente no creo

ambrozio dijo...

Felipe, adolecemos del mismo descreimiento sobre lo que venga con esta nueva administración (comparto tu esperanza y pesimismo: ojalá que mejore las cosas, aunque...). En algo estamos de acuerdo, ya era hora de que soltara la teta el que se fue... Eso ya es algo. Nos atrincheraremos aquí a mirar qué pasa y a hacer gala de nuestro empleotamiento, no tan sensual como la Mona, pero igual de empelotado... Gracias por apoyar esta solitaria "artillería" de este blog.